¿Qué llevar en la maleta si quisieras cambiar el mundo?

Eso fue lo primero que me pregunté cuando LiTTLE RAMONAS me dijo que le gustaría ser parte de mi maleta para ir a Copenhague y asistir al Youth Fashion Summit y el Copenhague Fashion Summit. 

Sin pensarlo dije que sí porque es una marca que admiro y que tiene talento para hacer las cosas a su manera, es un mix & match de actitud cool, girl power y compromiso con las personas, el planeta y nosotros, los que la vestimos. Pero ahora quisiera adentrarme un poco más en esa pregunta un poco existencialista ¿desde ahora qué llevaría en mi maleta para poder hacer un verdadero cambio en la forma en la que se produce y se consume la moda? 

Lo primero que se me ocurrió fue la curiosidad, esa curiosidad que me llevó a analizar la moda de una forma diferente cuando estudiaba en París. La curiosidad que me llevó a intrigarme por la sostenibilidad y verla como una solución inminente a tantas problemáticas sociales y ambientales alrededor de esta industria; y la misma curiosidad que me llevó a postularme a la convocatoria del Youth Fashion Summit donde se escogerían a 100 jóvenes de todo el mundo para construir un camino eficiente, sostenible y responsable en la moda. 

En cuanto llegué a Copenhague y conocí a 111 personas (porque al final fuimos 112 los seleccionados) completamente apasionadas y llenas de ideas, descubrí el segundo elemento que llevaría en mi maleta: la fuerza colectiva! Nunca en mi vida me había sentido tan inspirada, tan identificada, tan rodeada de energía de cambio y acción. Conocí personas llenas de sueños, ganas, inteligencia y compromiso que venían de India, Italia, Suecia, Canadá, Egipto, Groenlandia, y bueno, de casi todo el mundo.  Para mí fue un honor ser la única colombiana y que mi país pudiera estar presente. En ese momento entendí que para cambiar la moda el rol de cada uno es vital, pero que cuando la fuerza es colectiva y global nuestro impacto es mucho más grande y de mayor alcance.

Nos dividieron en grupos y durante tres días imaginamos, cuestionamos, ideamos, criticamos, escuchamos y reconstruimos. Con voz propia y por un fin común, nos encargamos de desenmascarar las falencias de la moda y encontrar así mismo medidas que muchas empresas podrían implementar con el fin de mejorar sus cadenas de valor y producción. Y para esto se necesitó creatividad, la cualidad que nos permite ver y hacer las cosas de una forma distinta para obtener un resultado diferente, un resultado evolutivo. 

La misma creatividad que presencié al conocer start-ups que crean materiales a partir de residuos orgánicos como la cáscara de banano y el mango; que crean tecnologías para optimizar procesos de tintura reduciendo su impacto, o que utilizan inteligencia artificial para guiar a las personas a realizar compras de forma responsable evitando el sobreconsumo. 

También tuvimos la oportunidad de negociar con personas que trabajan en grandes empresas en el sector del lujo, del fast fashion, de la manufactura y entidades gubernamentales.  Durante este ejercicio pudimos exigir su responsabilidad pero entendimos algunas de las razones que desaceleran este proceso de cambio y acción.

Es evidente que la moda no podrá ser sostenible de la noche a la mañana y que será un largo camino de ensayo y error por recorrer. Pero el día del Copenhague Fashion Summit me di cuenta que ese camino se empieza a recorrer en el momento en el que se toma una decisión. La decisión que llevó a Stella McCartney a ser la primera marca vegana y sostenible de lujo, la decisión que llevó a Ellen MacArthur a crear una fundación para implementar la economía circular en la industria o la decisión que llevó a Mariana Puerta, diseñadora de LiTTLE RAMONAS, a reinventar los procesos de curtiembre y producción de denim. Y finalmente la decisión que me llevó a mi a querer estar ahí y ser parte de este movimiento. 

Desde siempre mi sueño fue cambiar el mundo, sin estar realmente segura de lo que eso significa. Desde siempre mi pasión fue la moda, sin saber que muchas veces esta utiliza un mundo de belleza para esconder uno de crueldad, injusticia e indiferencia. Así que hoy tengo una maleta con curiosidad, fuerza colectiva, creatividad, decisión, y dos jeans y algunas prendas vintage de LiTTLE RAMONAS, que ya no llevo para cambiar el mundo porque no tengo idea de qué es eso… pero que llevo para recorrer mi camino hacia una industria de la moda más transparente, consciente, innovadora y auténtica. 

Ahora la pregunta es ¿qué camino quieres recorrer y qué vas a llevar en tu maleta? 

Por Manuela Obando 

Fundadora de L’Anonyme, Cofundadora de Duo-Konsulting

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